Desembarco. Primer contacto con las calles de Tánger: el olor a cuero y comino embriaga el ambiente; coches sin control amenazan las vías sin señalizar junto a multitud de taxis turquesas; los azulejos visten paredes; las teteras echan humo; los niños se acercan a chocarte la mano; puestos de todo tipo invaden las calles, tortuosas y descuidadas pero con mucho encanto.