Desembarco. Primer contacto con las calles de Tánger: el olor a cuero y comino embriaga el ambiente; coches sin control amenazan las vías sin señalizar junto a multitud de taxis turquesas; los azulejos visten paredes; las teteras echan humo; los niños se acercan a chocarte la mano; puestos de todo tipo invaden las calles, tortuosas y descuidadas pero con mucho encanto.
Hoy es mi último día en España y también en Europa. Nos vamos a Tánger veinticinco voluntarios con muchos nervios, ganas, ilusión y regalitos para enanos que esperan impacientes nuestra llegada.
Me enamoré de este vestidITO en el escaparate de Zara y, a pesar de su escasa longitud, no pude evitar resistirme.
La verdad es que estas fotos ya no pegan mucho pero hasta ahora no he tenido nada de tiempo libre, y en realidad no son tan antiguas, pero como el tiempo está loco y pasamos del invierno al verano de la noche a la mañana..